miércoles, 10 de junio de 2015

¿Cómo observamos la mujeres lo que sucede en Tía María?

Luego de dos meses de tensa situación en la provincia de Islay, que se inició con el paro del 23 de marzo,  el gobierno decretó el Estado de Emergencia en la mencionada zona.
Con esa medida,  en lugar de llamar al diálogo democrático, el gobierno pretende “solucionar” el conflicto social, frenando  el justo reclamo popular,  persiguiendo, vejando y estereotipando a sus líderes, con la contribución de una prensa sumisa, en un caso más de criminalización de la protesta.
La oposición en Islay  tiene válidas razones, puesto que Southern Copper, la transnacional que pretende invertir en Tía María, ha actuado de forma prepotente y nada transparente y no ha cumplido con los requisitos mínimos que garanticen que su ejecución no destruya el ecosistema de la zona:
El primer Estudio de Impacto Ambiental (EIA) presentado tuvo 136  observaciones de la Oficina de las Naciones Unidas de Servicio para Proyectos (UNOPS). Sin embargo, en 2014, el Ministerio de Energía y Minas,  aprobó el segundo EIA sobre Tía María, a pesar de la preocupación de la ciudadanía, ante la cual, el gobierno señaló que se habían subsanados las observaciones, pero los ambientalistas señalan que estas observaciones deben ser levantadas por UNOPS, la misma institución que las realizó.
Este respaldo oficial abierto se terminó de encarnar en el ministro del Ambiente Manuel Pulgar Vidal, quien señaló que existe un documento con contenido técnico que “aclarará” que el proyecto Tía María no afectará a la agricultura, la agricultura familiar, principal actividad económica de la provincia, que es fuente de trabajo para hombres y principalmente, mujeres de la zona del Valle del Tambo.  
Hay más razones por las que Islay se niega a que Southern Copper explote Tia María : cuatro personas han muerto ( 3 en 2011 una en 2015) por reclamar lo justo, cientos han sido heridas, muchas perseguidas, a lo que se suma la falta de credibilidad de Southern Copper – el Mapa de Infracciones Ambientales de Convoca.pe, señala que el Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA) multó 14 veces a Southern Copper por un monto total de 530, 745 dólares por infracciones ambientales– y finalmente, el respaldo que muestra el gobierno a las transnacionales desconociendo los derechos de la población.
La apuesta abierta del gobierno por la minería
El conflicto de Tía María es uno de los 149 conflictos sociales activos en nuestro país según la cifra proporcionada  por el reporte de Conflictos Sociales de la Defensoría del Pueblo,  correspondiente a abril.
De acuerdo a este documento,  en total se registraron 208 conflictos sociales, de los cuales 149 están activos y 59 latentes. De este total, la mayor parte de conflictos son casos socioambientales, como el caso de la refinería de Talara (Piura),  
Hoy la agenda de los medios dirige su mirada a Tía María, hace unos meses fue a Conga –lo que no quiere decir que porque no se nombre ya,  la situación no siga siendo grave en Cajamarca– en su momento fue Talara, años atrás Cerro Quilish o  Tambogrande, que menos mal tuvo final feliz, si no ya no contaríamos con nuestro delicioso limón pequeño, redondo, verde amarillo y ácido.
Los nombres de las comunidades van cambiando en los titulares de los medios de comunicación, y eso no quiere decir que no continúen o que se haya arribado a la solución más justa, ni mucho menos. Todos reflejan un mismo problema: La apuesta abierta del gobierno por la inversión minera y la actividad minera como matriz productiva que  afecta a los y las agricultores, la soberanía alimentaria y la sostenibilidad del país.
¿La minería genera riqueza?
Es una afirmación que sostienen los simpatizantes de la inversión minera, basándose en la uniformidad del PBI en los últimos años, lo que en términos macroeconómicos representa el crecimiento económico del Perú. Un “crecimiento” que no  necesariamente significa desarrollo, mejoras en la calidad de vida de la población, especialmente en lo que a salud y educación se refiere, o disminución de las brechas de desigualdad. Más aún estás se han hecho más evidentes y los servicios de salud y educación, se han privatizado y si son públicos siguen en franco camino a la precariedad, si ya no son precarios.
Asimismo, si miramos cada una de las comunidades mineras, ninguna tiene el desarrollo que necesita y que les fue ofrecido. Ni mejoró la salud, ni la educación…muy por el contrario se incrementó la contaminación ambiental, las enfermedades de niñas, niños y mujeres, sin esperanzas de una vida mejor, la explotación laboral, inseguridad ciudadana, la trata de personas con fines de explotación sexual, principalmente, menores de edad, la violencia familiar, el alcoholismo…
¿Por qué apostar por la agricultura?
La producción agrícola de Islay se concentra en cultivos como el arroz, papa, ajo, camote, cebolla, la única y riquísima cebolla roja del Perú, maíz amarillo, olivo y caña de azúcar. Hay también una importante actividad agropecuaria derivada de la agricultura, que durante miles de años ha sostenido y sigue sosteniendo la vida de los y las pobladores del valle y la de todo el país. 
Si Tía María se ejecuta, se estará realizando explotación minera de cobre a tajo abierto en el Valle de Tambo, una zona dedicada a la agricultura. Los opositores argumentan que el proyecto minero afectará a las producciones agrícolas. Como señala el EIA, la explotación de Tía María será a tajo abierto, un cuestionado método de extracción que utiliza explosivos y deja enormes agujeros en la tierra.
Hay un aspecto importante que tomar en cuenta, los proyectos mineros tienen fecha de defunción, puesto que se sustentan en un recurso no renovable, los minerales, una vez agotados, y para esto no pasan más de 40 años,  solo quedan enormes orificios, cual paisaje lunar, silencioso testimonio de la depredación de un territorio sin agua, que ya no puede ser cultivado, ni habitado; de igual manera, se acaban los puestos de trabajo, en otras palabras, se acaba la vida de la comunidad y vienen los y las desplazados por razones ambientales.
Hacia otra matriz productiva por la sostenibilidad de la vida
La agricultura es el único sector realmente productivo de la economía, puesto que la naturaleza tiene la virtud de generar excedentes en forma permanente e indefinida. Según sus principales ideólogos, solamente la naturaleza permite que el producto obtenido siempre sea mayor que los insumos utilizados en su producción. Esto, en lenguaje tecnocrático actual, no es otra cosa que sostenibilidad, ya lo decían  los fisiócratas en el S. XVIII, antes de la Revolución Francesa.
Ningún cambio de la matriz productiva puede producirse destruyendo al agro, lo cual implica responder a las demandas de los sectores campesinos e indígenas que cuestionan tanto la política minera del Gobierno como la desidia legislativa, y esta es una situación y un desafío  que no solo se da en nuestro país, sino que es común a otras naciones sudamericanas y de la región latinoamericana.

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