domingo, 14 de junio de 2015

Perú: país sostenido por la agricultura familiar

La agricultura familiar es sumamente importante para la vida de países como el Perú:  El 80% de los productos alimenticios que se consumen en el mercado nacional a través de los principales centros de abastos de Lima y las comunidades  del interior del país, proceden de esta actividad, que es realizada con el concurso principalmente del trabajo de una familia. Hay una serie de conceptos vinculados, como el de pequeña agricultura, agricultura de pequeña escala o agricultura campesina.
 
Foto: Internet
 
El  aporte de los y las agricultores familiares no solamente se puede medir en cantidad, sino en calidad, ya que cultivan y cosechan una diversidad de alimentos, de la que solo pueden hacer gala diez países en el mundo,  lo que representa autonomía en la alimentación de la población y  valores nutricionales altos  en las mesas de peruanas y peruanos, con lo que se garantiza la seguridad alimentaria y nutricional de las familias de nuestro país  y el ejercicio del derecho humano a la alimentación adecuada.
 Existen muchas evidencias de que es altamente productiva, tanto en rendimientos por hectárea como en los servicios que provee. Según  los índices de la Encuesta Nacional de Hogares (ENAHO) 2009,  la agricultura familiar, campesina e indígena de pequeña y mediana producción tiene un papel estratégico en el abastecimiento del mercado interno : De cada 10 toneladas de alimentos que se producen en el país, 7.5 provienen de la pequeña y mediana agricultura, con lo que queda demostrado que los campesinos y agricultores/as familiares son el principal núcleo social abastecedor de alimentos.
 Además, la agricultura familiar es una forma de vida y de cultura que tiene como objetivo la reproducción social de la familia y la comunidad que gestiona sus sistemas productivos diversos,  principalmente actividades agropecuarias, forestales y de pesca con mano de obra predominantemente familiar no asalariada,  para producir alimentos y otros bienes y servicios cuyo destino nal es el mercado local y el autoconsumo.
 Asimismo, genera empleo e ingresos familiares. Según cifras ociales, el sector agropecuario emplea aproximadamente una cuarta parte de la población económicamente activa (PEA), pero contribuye solo un 8% al Producto Interno Bruto (INEI 2012). Sin embargo, estas cifras no incluyen la parte invisible (productos de autoconsumo y trabajo no remunerado, valoración de servicios ambientales), dejando a la agricultura familiar como poco productiva, cuando en realidad no lo es.
 No obstante,  hay obstáculos que deben superarse como la comercialización (bajos precios, escasa capacidad de negociación con los compradores) sigue siendo una limitante no resuelta para que las familias de agricultores vean el reejo del esfuerzo de su trabajo en el campo. El trabajo familiar no es remunerado, por lo tanto resulta “invisible” y en mayor medida asumido por las mujeres. A los efectos económicos se agrega la valoración de productos alimenticios de autoconsumo. A lo que se suma que emplea mano de obra eventual, la que es permanentemente remunerada representa un menor índice, la competencia desleal de la agroindustria y   importación de alimentos subsidiados.
 Por ello,   para muchos agricultores familiares, la agricultura en su nca no alcanza para satisfacer las necesi dades familiares, por lo cual “el 40.7% de los productores agropecuarios del país (…) complementan sus ingresos  con otras actividades”.
 Además,  desde la visión oficial se ha se generalizado  la idea de que la agricultura familiar y campesina no es rentable y produce solo para el “autoconsumo”, frente a la agroexportación que tiene “éxitos” económicos. Sin embargo, esta última paga la mitad del impuesto a la renta, tiene un régimen laboral especial con derechos recortados para las y los trabajadores, y cuenta con agua subsidiada en un alto porcentaje.
 En el Perú diferentes gobiernos han tenido escasa voluntad política para reconocer el aporte de la pequeña agricultura y establecer políticas adecuadas para su promoción y desarrollo; por el contrario, ha favorecido la importación de cereales, aceites, leguminosas y azúcar, entre otros, y han postergado a los productores tradicionales bajo orientaciones sectoriales y en los  tratados de libre comercio.
 
 

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