El miércoles 17 de diciembre, una
noticia largamente esperada fue realidad, la campesina cajamarquina Máxima
Acuña fue absuelta de los cargos que le interpuso la minera Yanacocha –en su
pretensión de establecer el proyecto Conga que destruiría el ecosistema de las
lagunas presentes en esa zona– y por lo
cuales fue condenada al desalojo de sus tierras, dos años de prisión suspendida y 5 mil
dólares de reparación civil.
Máxima, una de las guardianas de
las lagunas de Conga, es un símbolo para todos y todas quienes deben defender
con todo lo que tienen – que materialmente a veces es muy poco– y principalmente con un coraje inconmensurable,
su territorio, sus modos de vivir y de producir,
el equilibrio ecológico, en otras palabras, la sostenibilidad de la vida en su
pueblo, ante la codicia desmesurada del
gran capital.
A lo largo de toda la persecución
y represión que padeció, se hicieron
presentes las redes de solidaridad, entre
ellas, la intervención de las organizaciones feministas, como la Marcha Mundial
de Mujeres, que entre sus acciones incluyeron el recojo de firmas para evitar
el desalojo y pedir el cese a la violencia y el acoso contra
Máxima.
El caso de Máxima ha sentado un
precedente para creer aún en el sistema judicial de nuestro país, y en la
fuerza de la sociedad civil cuando se une en torno a una causa común. La
empresa Yanacocha anunció que presentará un recurso de casación, con el cual
pretende anular la sentencia, que esperemos no prospere.
La lucha continúa, por lo tanto,
la solidaridad debe seguir, están en juego nuestras vidas, pues si se establece
el Proyecto Conga, perderemos una de las principales reservas de agua que
tenemos. Aun en Conga, queda el caso de Dina Mendoza, comunera que por unirse a
la causa de Máxima también está siendo procesada por tres delitos, entre ellos
usurpación de tierras y obstrucción de vías, que desde luego, no tienen fundamento. Hay que mantener el ojo vigilante
y estar listos y listas para evitar que se cometan más atropellos y lograr que
la justicia se siga imponiendo.
Y hay muchas mujeres más que
están cobrando protagonismo en la lucha
y resistencia contra los proyectos extractivistas que atentan contra la vida
humana y la de la naturaleza y que reciben carta blanca del Estado peruano y se
van expandiendo por todo nuestro país. Ellas defienden el agua, los bienes
comunes y sus territorios; no fueron
consultadas ni participaron en las negociaciones (solo a los hombres se les
considera representantes de los intereses de la comunidad) pero si se les identifica en el momento de
criminalizar su lucha, se les persigue, se les intimida, se les juzga.
Volver a página principal
No hay comentarios.:
Publicar un comentario